domingo. 28.04.2024
EL DIARIO MARCA, EN UN ESPECTACULAR REPORTAJE CON EL ENTRENADOR DEL FC CARTAGENA, ENTREVISTA POR PRIMERA VEZ AL TÉCNICO DE PARLA 20 AÑOS DESPUÉS DE LOS HECHOS ACAECIDOS EN LA CAPITAL DE ESPAÑA

Julián Calero desvela los secretos de los atentados del 11-M cuando era Policía en Madrid

Hace 20 años, el entrenador del FC Cartagena, Julián Calero, era Policía en Madrid. Hoy, 20 años más tarde y en una entrevista en exclusiva al Diario Marca, el preparador albinegro cuenta lo que le tocó vivir en primera persona en un día que nunca olvidará.

calwro portada
Julián Calero, entrenador del FC Cartagena

Este es el reportaje íntegro del periódico madrileño.

El técnico del Cartagena no olvida ese día: era Policía Local y vivió el horror desde dentro, desde la estación de Atocha.

Veinte años callado. 20 años viviendo la angustia de lo sucedido en el fátidico 11M, 20 años soñando con lo que vio y vivió, 20 años recordando los cuerpos sin vida, 20 años alegrándose de las personas que salieron ilesas, 20 años viajando en tren, 20 años rememorando el horror, 20 años sin olvidar las miradas de las personas afectadas por las explosiones... Son muchos años los que Julián Calero, en la actualidad entrenador del Cartagena, y hace 20 años Policía Local, guardó silencio (y sigue guardándolo en muchas cosas por respeto a todos los afectados).

FC Cartagena vs Burgos CF, Liga SamrtBank, 2 division, Liga Regular, Jornada 39,  Estadio Cartagonova, Cartagena, Region de Murcia, 07/05/2023

La verdad, todo lo que vivió y vio, sólo lo saben él y su mujer, Gema, con quien compartió muchas charlas terapéuticas, sobre todo la de las pesadillas nocturnas. Ahora, el míster de Parla quiere compartir un poco de aquel día con todo el mundo. Y lo hará en su bibliografía, donde fútbol y el 11M, marcarán el devenir de un libro de lectura obligatoria para todos los públicos.

"Nos metimos en la estación. Las personas iban de un lado hacia el otro, desorientadas, con el rostro negro por las cenizas, por el humo. Muchos andaban ensangrentados, parecían verdaderos zombis... Nos estábamos metiendo en la zona del horror y éramos conscientes de ello"

El fútbol al rescate

"Lo vivido cambió mi vida y siempre lo llevo conmigo. Es la mochila que me toca llevar en esta vida", asegura Calero a MARCA con la mirada perdida, como buscando más cuerpos, más supervivientes por los vagones del horror.

Su bibliografía, que verá la luz antes de que acabe 2024, es donde el entrenador madrileño dará grandes pinceladas de su vida futbolística y personal al escritor Rodrigo Pérez. Un Juli que nunca pudo imaginar, cuando daba sus primeras patadas al balón en CD El Nido, en la Peña Atlética Becerra o en el Rayo Parla... que 40 años después iba a vivir tanto y de forma tan intensa. Atrás quedó su velocidad sobre el verde, sus rizos rubios... pero su ilusión y amor por el fútbol y las personas sigue intacto.

En su mente está todo lo vivido. No lo ha olvidado... o no lo quiere olvidar: "No lo sé muy bien lo que sucede en mi cabeza". Jornada dura la que le tocó trabajar, días de lloros e impotencia y sólo un ruego: "Que no vuelva a pasar jamás en ningún lugar del mundo", y cómo siempre hizo a lo largo de su vida, en los momentos más complicados, se refugió en el fútbol para tratar de olvidar.

Aviso a todas las unidades

Era el 11 de marzo de 2004. Calero, junto a Julio su inseparable compañero, aparcaron la moto entre el Retiro y la Puerta de Alcalá. Allí iban a desayunar los dos policías, pero no llegaron a abrir la puerta del bar. Nada más bajarse de la moto escucharon por su emisora: "Atención a todas las unidades, acaba de producirse una explosión en Atocha, en la estación de Atocha".

Calero recuerda que "nos mirarmos, subimos enseguida a la moto y para Atocha. Estábamos muy cerca de la estación, pero según enfilamos la calle ya vimos columnas de humo. Tardamos menos de 2 minutos en llegar".

"Lo vivido cambió mi vida y siempre lo llevo conmigo. Es la mochila que me toca llevar en esta vida. Ya nunca volvió a ser nada igual, ni en los viajes, ni en el trabajo, ni en la vida... Sigues viviendo, pero siempre hay una losa, la del 11M"

Allí, ambos policías vieron a su jefe y a varios compañeros y sin dudarlo "nos metimos en la estación. Las personas iban de un lado hacia el otro, desorientadas, con el rostro negro por las cenizas, por el humo, muchos andaban ensangrentados, parecían verdaderos zombis... Nos estábamos metiendo en la zona del horror y erámos conscientes de ello", asegura el míster del Efesé a MARCA con lágrimas en los ojos, quien en ese momento sólo corría hacia los vagones para ayudar a los heridos y en su cabeza retumbaba una y otra vez las clases en la Academia, donde siempre les decían "que detrás de una bomba casi siempre había otra".

Olor a carne quemada

Según entraba más profundamente a la estación, el olor a carne quemada le hizo correr más deprisa, todavía. Un olor que por mucha colonia que utilice nunca se va. Como los gritos, lloros, ansidad de las personas con las que se cruzaba... "Ese pasillo, esas escaleras, ese olor de Atocha morirán conmigo en mi memoria", asegura el expolicía parleño.

Una vez en los vagones del infierno, a Calero se le vino el mundo encima: "Demasiadas personas sin vida, muchas personas mutiladas, sangre, humo..." Y encima el grito desesperado de un Tedax le hizo sentir más rabia: "Correr, que hay otra bomba, correr... Justo estábamos ayudando a salir del tren a una mujer embarazada, salió con vida, pero a los pocos días me comunicaron que, al final, no sobrevivió".

Salvaron una explosión

El entrenador del Efesé recuerda que corrieron por las vías alejándose de la bomba. Entre carrera y ayuda se topó con muchos cuerpos sin vida, demasiados. "Sólo pensaba en ayudar, en multiplicarme, en no pensar. Parecía una pesadilla, un mal sueño" y, con el paso del tiempo, se dio cuenta que esa mañana llegó a la estación de tren madrileña 50 minutos antes de los atentados.

Tras acabar su trabajo en Atocha, se desplazó junto a sus compañeros a la calle Téllez, allí hizo todo lo que le mandaban los sanitarios: camillero, sujetar a las personas, darles medicamentos, arroparlas... Vio como el hijo de uno de sus amigos de toda la vida estaba vivo: "Me contó que las personas que había delante de él le sirvieron de parapeto y nunca olvidaré la cara de su madre buscándole por el polideportivo. Nos cruzamos y la dije que su hijo estaba vivo, su cara, sus ojos, su expresión... nos dimos un abrazo fuerte. Creo que ese abrazo lo necesitaba para tomar oxígeno y seguir ayudando".

calero familia
"Me olvidé de mi familia, de todo..."

Se olvidó de su familia

"Me olvidé de mi familia, de todo, te metes en la masacre y no quieres salir de ella, sólo esperas ayudar y ayudar a todo el mundo", asegura a MARCA un Julián Calero que nunca se 'perdonará' no llamar a su casa o dar alguna señal de vida: "Lo estaban pasando mal, aunque se tranquilizaron un poco cuando mi mujer pudo hablar con un compañero y la dijo que había fichado, que me había visto por la mañana; pero claro, es que yo cogía todas las mañanas el tren en Parla, mi localidad, e iba hasta Atocha Renfe, y desde allí hasta mi destino: calle Londres".

Temblores, lágrimas...

Pero al Policía local todavía le quedaba llegar a casa, a Parla, contar lo sucedido sin que sus peques Iván y Gema le escuchasen: "Sólo quería abrazarlos. Esa noche más fuerte que nunca. Después empecé a contarle a mi mujer... Creo que me entendió por mis temblores, por que las lágrimas no me dejaban pronunciar bien".

atentado 11 m
Imagen del atentado del 11M

Al día siguiente vuelta a la rutina, pero sin sonrisas, sin hablar, sin poner la radio, sólo recordando a todas esas 192 personas que murieron y rezando por las 1.893 que resultaron heridas. "Ya nunca volvió a ser nada igual, ni en los viajes, ni en el trabajo, ni en la vida... Sigues viviendo, pero siempre hay una losa, la del 11M".

A los dos días de los atentados, Calero volvió a los banquillos de su Parla. Fue en el campo de El Bercial. Allí jugaba su juvenil ante el del Getafe. "No llevaríamos ni 15 minutos cuando marcamos. Sin darme cuenta, ya que todavía estaba -y muchas veces estoy- en mi nube, la de Atocha, todos mis jugadores vinieron hacia el banquillo para abrazarme".

Ese abrazo múltiple, de los suyos, volvió a dar vida al agente Julián Calero, quien 20 años después... no olvida.

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