23 de octubre de 2013, 13:12
Desde que abandonó el Cartagena despidiéndose 'a la francesa' con algunos, el preparador sanlunqueño Carlos Ríos sólo tuvo la oportunidad de entrenar al Xerez. Un descenso siempre es un estigma, y sólo pudo intentar volver a salvar a un conjunto azulino que se desangraba. Como en Cartagena, Ríos tampoco pudo salvar la situación y los xerecistas descendieron a 2ªB en el campo y a 3ª en los despachos.
Bajo esas circunstancias Carlos Ríos tuvo que reciclarse y pensar de nuevo en la Segunda B donde se negaba a entrenar de nuevo. Pero las circunstancias mandan. Le llegó una jugosa oferta del equipo de su pueblo, el Sanluqueño, con un contrato para dirigir al equipo durante tres temporadas y allí se quedó.
El inicio no pudo ser peor ya que el Albacete fue el primer equipo en ganar en 'El Palmar', el campo de fútbol del equipo gaditano en el que, desde entonces, nadie ha vuelto a puntuar siquiera. El Melilla (2-1), Córdoba B (1-0) y Granada B (2-1) han caído derrotados.
Esos 9 puntos unidos a los tres que logró en el feudo del Almería B (1-4) tras uno de los mejores encuentros de los sanluqueños, son los que ha conseguido Carlos Ríos, que van a recibir al Cartagena bastante escocidos tras el 4-0 que encajaba su equipo en el campo del Sevilla Atlético.
En la actualidad doce puntos de 27 posibles tienen al Sanluqueño enclavado en zona de nadie, aunque más cerca de la zona de abajo que de otros objetivos. Carlos Ríos sabe que en el fútbol las amistades duran lo que duran los buenos resultados. Ya le ocurrió en Cartagena, de donde tuvo que salir casi de puntillas por mor de aquella pésima clasificación y por el hecho de no saber gestionar aquel difícil vestuario en donde más de un 'gallito' se le reveló.
Ahora, Carlos Ríos pasa por ser el 'enemigo' del Cartagena, al menos para esta semana y para este partido. La realidad es que apenas quedan jugadores de aquella plantilla que tantos disgustos dio, excepto Mariano Sánchez y Miguel Ángel Riau. Todo lo demás será nuevo para este andaluz cuyo paso por el Cartagena fue sin pena ni gloria a pesar de que tuvo tiempo más que de sobra para haber enderezado aquella nave que acabaría hundiéndose en el abismo de la Segunda B.
