10 de diciembre de 2013, 20:37
FICHA TÉCNICA
RESULTADO
Cádiz CF 0-0 FC Cartagena
ALINEACIONES
Cádiz CF: Alejandro; Dalmau (58' Perico), Fran Pérez, Josete, Ceballos; Nafti, Luque; Kike López, Villar, Kike Márquez (72' Gato); Airam.
FC Cartagena: Limones; Álex Cacho, Astrain, Mariano, Riau; Antoñito (94' Zurdo), Carlos D., Marcos, Menudo (77' Fede); Megías, Fernando (86' De Lerma).
ÁRBITRO
López Puerta, del colegio madrileño. Amonestó a Josete por los locales y a Megías por los visitantes. Expulsó a Mariano Sánchez a los siete minutos de juego.
INCIDENCIAS
Alrededor de 5.000 espectadores en el Ramón de Carranza.
CRÓNICA
El Cartagena araña un punto del Ramón de Carranza y sale vivo de un envite que hubiera dejado a más de uno tocado y hundido. Sólo La Hoya Lorca había conseguido anteriormente puntuar en este estadio y con idéntico resultado (0-0). Sin embargo, las circunstancias para el Cartagena han sido muy especiales, lo que le da un valor enorme al punto conseguido en el día de hoy. La expulsión de Mariano al inicio del encuentro fue determinante, pero los albinegros (hoy otra vez de rojo) demostraron que este equipo es eso, un E-Q-U-I-P-O.
No dio tiempo siquiera a adivinar qué tipo de partido hubiéramos visto de haber durado algo más la igualdad numérica. Por segunda campaña consecutiva, el Cartagena vio como le expulsaban a un futbolista en los primeros compases. La jugada queda a debate: un balón que vuela hacia Juan Villar, pero que a priori intercepta Mariano. El capitán se confía en el control de la bola y Villar consigue cogerle la espalda y enfilar hacia el área. Mariano agarró al delantero cadista, que cayó y provocó la expulsión. Es la típica jugada en el filo, que queda a criterio del árbitro. Si hubiera sacado amarilla, se hubiera llevado una ración de pitos de la grada, pero poco más. Sacó roja y tampoco puedes protestar, porque en esos metros finales con cualquier roce te la juegas.
Tevenet no apostó por recomponer filas y mantuvo a los diez que estaban sobre el césped. Carlos David retrasó su posición al eje de la zaga y Megías se convirtió en mediocentro defensivo acompañando en la destrucción a Marcos. Arriba, un Fernando cual Robinson Crusoe que se ponía el mundo por montera cada vez que le llegaba una pelota y se marchaba decidido contra toda la defensa cadista. Poco pudo hacer el pileño, ya que estuvo muy desasistido en todo momento. Como para no.
El Cádiz se volcaba y ponía todo el equipo en campo del Cartagena. Los portuarios se replegaron y colocaron dos ordenadas filas de cuatro delante de Limones. El conjunto amarillo consiguió sacar infinidad de saques de esquina, muchos disparos desde la frontal, pero pocas intervenciones de Limones de verdadero mérito en los primeros cuarenta y cinco minutos. En lo ofensivo – poco, muy poco – Antoñito consiguió llevar un par de veces la zozobra a la defensa local por si mismo. Pero nada más.
Tras la reanudación, Agné se jugó el todo por el todo y retiró un defensa para meter otro mediapunta y cerrar con tres atrás. Ahí el Cádiz ganó enteros, avanzó diez metros más y el Cartagena se retrasó otro tanto. Se defendía más aculado en el área, pero el resultado siguió siendo el mismo. Eso sí, Limones ya sí que acumuló verdaderas paradas de mérito, con intervenciones que salvaron los muebles de un Cartagena que luchó hasta la extenuación. La mano que saca a remate de Airam de cabeza fue antológica.
Incluso pudo haber pescado algo más si Menudo o Fernando hubieran estado más finos. El ex del Sevilla Atlético dispuso de una carrera de 30 metros solo enfilando hacia la portería de Alejandro. No había nadie entre él y el portero. Sin embargo, Fran Pérez llegó desde atrás como una exalación para arrebatarle la pelota al cartagenerista, mientras que Fernando no vio solo al borde del área a Antoñito en una contra de similares características.
En definitiva un punto luchado, sufrido, que sabe a oro tras haber aguantado 83 minutos (más el añadido) con un jugador menos en un campo como el Ramón de Carranza. Otra cosa no, pero este Cartagena sabe sufrir y está habituado a ello. El tan manido mono de trabajo se ensucia en todos los encuentros.
