viernes. 26.04.2024
Me cuesta, me cuesta mucho asimilar, como a tantos y a tantos, que Luis Ruipérez Sánchez ya no esté entre nosotros, que no me lo vaya a encontrar por la calle Real camino de su despacho, y nos paremos cinco minutos a hablar, por supuesto, del Cartagena.

No voy a descubrir todo lo que Luis quería a las cosas de su tierra. A todas. Y no seré yo quien destaque una sobre otra porque todas las que olían a cartageneras, como bien dice Ricardo Díaz-Manresa, eran su pasión. Pero el Cartagena era especial y por algo él fue uno de los que puso la semilla para que germinara  aquel Cartagonova FC que Florentino Manzano, su amigo del alma, fundó para sustituir en el tiempo a aquel otro Efesé moribundo y que ahora es pasión para miles de cartageneros dentro y fuera de la ciudad.

A Luis le descubrí en los años 70, cuando yo escribía desde la delegación que tenía en la plaza de San Agustín en aquel diario ‘Línea’ en el que trabajaba gente como Juan Ignacio de Ibarra, Felipe Julián, Félix Alcaraz, Luis Orche o un, entonces, barbilampiño José Antonio Ruiz Vivo, periodista que supo aparcar como pocos la pluma y el micrófono para abrazar la política en la que hoy día sigue. Fueron muchos días, tardes y noches conversando con quien entonces acababa de convertirse en el primer concejal de Deportes de la democracia. Así amartillamos una amistad que, años después y por motivos que no vienen al caso, se convirtió en fraternal y, ahora, en eterna.

El caso es que han sido muchas batallas, dentro y fuera de Cartagena, en Gandía disfrutando con un triunfo que semanas más tarde colocaría al Efesé de los Sebastián, Nono, Emilio, Cobo, Arcadio, Merayo y compañía el ascenso a Segunda B, en Valdepeñas –con Gustavo Silva en la grada- dónde apareció tras un largo viaje desde Lisboa expresamente para ver empatar a aquel Efesé que ya purgaba penas por la Segunda B o en Mérida, la noche antes de aquel batacazo del 5-1 en Badajoz y en la que se portó como un auténtico padre.

Su hijo Luis, que ha sido su auténtico ‘ángel de la guardia’ durante todo el proceso de su larga enfermedad, sabe que es verdad lo que digo.

Porque Luis se conformaba con ver a ‘su’ Cartagena, al de antes y al de ahora, con el que era feliz viéndole en la Segunda que él soñaba y de la que esperaba, también, salir pronto, para ver en Liga un Cartagena-Barça, sus dos grandes amores futbolísticos.

Hoy, si de algo me siento orgulloso es de haber sido amigo de Luis, una de las personas más inteligentes que he conocido en toda mi vida, y que haya formado parte de mi vida. Mañana, o pasado, cuando vaya por la calle Real, siempre voy a creer que te voy a encontrar en cualquier momento para echarnos esa parrafada de cinco minutos hablando de todo lo que nos gustaba.

Ha sabido ser buen político, un excelente gestor y un grandísimo abogado. Pero si existiera la profesión de cartagenero él habría sido un paradigma. Para mí ya está a la altura de los mejores de la Historia trimilenaria de Cartagena y la misma Historia de CT un día lo dirá. Te voy a echar mucho de menos, amigo.

De profesión, cartagenero
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