Él sólo quería que la verdad y la honradez resplandeciese siempre en el mundo del fútbol, que era su pasión y el Cartagena de la época del Almarjal, más pasión aún. En la residencia apenas tenía visitas, tan solo unos familiares (primos) hablaban con él de vez en cuando y por teléfono pero supo mantener la alegría con sus ocurrencias a los trabajado@s del centro, donde volvió a sentirse como en casa.
Arrandí colaboraba asiduamente en La Verdad pero también lo hizo en el diario AS, del que fue su corresponsal en Cartagena durante años. Era tan honrado y tan honesto con su profesión que la famosa tarde del apaño demostrado en su día de aquel Efesé-Elche (0-0) en El Almarjal que tuvo que ser la única persona en no aplaudir la permanencia que había conseguido aquel Cartagena, seguramente por una vía más que dudosa.
Al Elche le iba bien un empate porque, al ser la penúltima jornada Los triunfos aun valían dos unidades y no tres como ahora) y como el Elche ganaría 4-0 al Bilbao Athletic en la última jornada acabaría ascendiendo a Primera con Roque Olsen en el banquillo mientras a los blanquinegros los dirigía Paquirri, ambos ya fallecidos.
El punto que lograban los albinegros bajo amaño les vino genial para mantenerse automáticamente en esa jornada ya que en la última caerían 3-0 en el campo de un Linares que ya estaba descendido. Ni siquiera así Arrandi movió aquella tarde un solo músculo para aplaudir la ‘hazaña’ albinegra porque estaba al tanto de lo que se había cocido. Y así lo dijo, valiente, levantando muchas iras del cartagenerismo. Como casi siempre ocurre. Hablamos de la temporada 1983-84.

También era un fiel amante del teatro. Sus visitas al Nuevo Teatro Circo era una constante, vivía a dos pasos, y también se perdía semanas enteras por Madrid recorriendo los principales teatros viendo teatros y operas. Era reservado, mucho, pero muy amigo de los pocos amigos que se le han conocido, entre ellos el desaparecido Pepe Navarro, periodista de aquellos tiempos para la historia que fallecía en 2009 por una bacteria que le entró en el corazón que acababan de operarle. Guillermo Jiménez, Martínez Conesa, también fallecido hace años o el director de este digital Manuel Ángel Balaguer, entre pocos.
Arrandi era, sobre todo, una buena persona. Venía de buena familia y no necesitaba trabajar debido a las propiedades inmobiliarias que le habían caido en herencia. Soltero empedernido, pasaría los últimos meses de su vida en la residencia que hay en Maristas, huido del mundanal ruido.
Estuvo en el ascenso de Torrejón en 1982, viajando en autobús pero esa noche, en vez de unirse a la fiesta del cartagenerismo que había montada en el Hotel Intercontinental de la calle Carretas prefirió irse a una buena sesión de opera en el Teatro Real. Ese era Guillermo Conesa ‘Arrandi’.
Descanse en paz este buen amigo y excelente periodista, cartagenero y cartagenerista donde los haya o hubiera.