FICHA TÉCNICA
RESULTADO
FC Cartagena 2-1 CD El Palo
ALINEACIONES
FC Cartagena: Limones; Segura, Ceballos, Tarantino, Germán; Sergio (69’ Arcas), Luque; Gato (85’ Santisteban), Hevia (78’ Migue), Carlos M.; Ribas.
CD El Palo: Adri; Marín (86’ Medina), Igna, Iván, Nacho, Rafita, Pibe, Quique (76’ Pirulo), Jaime (69’ Salvi), Amaya, Zamorano.
GOLES
0-1, Nacho (23’); 1-1, Ribas (54’); 2-1, Chus Hevia (71’).
ÁRBITRO
Salazar López de la Oliva, del colegio valenciano. Amonestó a Sergio, Ceballos, Germán, Luque y Migue por los locales y a Marín, Iván y Nacho por los visitantes.
INCIDENCIAS
Alrededor de 3.000 espectadores en el municipal Cartagonova.
CRÓNICA
Por CARLOS SÁNCHEZ / Fotos de RAÚL VELASCO
Podía ser de mil maneras, pero nunca podía ser fácil. Va en el ADN del Cartagena, va en la sangre de un equipo, el albinegro, que siempre elige el camino más estrecho, con más obstáculos y en el que solo cabe una salida: el sufrimiento, y de qué manera. El cuadro de Palomeque se llevó la victoria tras siete minutos y medio de añadido, defendiendo de manera numantina la exigua ventaja que dejaba el 2-1. Pero sirve para ganar tres puntos que son una botella de oxígeno muy, muy oportuna.
En cualquier caso, pasase lo que pasase después en el terreno de juego, la imagen del partido se dio en los primeros 30 segundos. Los jugadores albinegros, abrazados en el centro del campo de espaldas al palco, dejaron que El Palo hiciera un rondo para protestar por la situación económica. Una imagen muy potente, que deja a las claras la situación de un equipo que lo está pasando mal, muy mal. Salvemos al FC Cartagena, rezaba una pancarta en esos primeros segundos de protesta. Cuando la supervivencia está en juego, lo demás es secundario.
Tras ese medio minuto de protestas, se inició el partido en si. Un partido muy intenso en su primera mitad, con alternativas para ambos conjuntos, pero con un Cartagena de menos a más. Pasado el primer cuarto de hora El Palo cogió el mando del encuentro y puso en peligro varias veces la portería de un Limones que se multiplicó para sacar tres balones de gol en un minuto. Nada pudo hacer en el 23’, cuando este mejor juego de los visitantes cristalizó en el tanto de Nacho Aranda. Una falta bien botada por Marín, un buen desmarque del capitán malagueño y un remate libre de marca para poner el 0-1.
El tanto, lejos de hundir al Cartagena, lo espoleó, y comenzó a trenzar una serie de jugadas que le permitieron poner cerco a la portería visitante. A bote pronto, se recuerdan tres de Carlos Martínez: una, al palo; otra, de chilena, fuera; y un mano a mano repelido por el meta Adri. Ribas también tuvo la suya, pero la vaselina del uruguayo se fue fuera por poco. Fue acabar la primera parte encerrando al Palo en su área. El gol del empate tenía que caer casi por decantación.
LA SEGUNDA PARTE, IGUAL QUE LA PRIMERA
La vuelta del descanso fue una imagen a como terminó a la primera mitad. El Cartagena siguió empujando en busca del gol del empate, y lo consiguió de la manera más rocambolesca posible. La menos clara de todas las que había tenido hasta el momento, sirvió para la igualada. Un Luque cojo por un lance anterior sirvió un balón de córner al primer palo que Tarantino rescató llegando antes que el meta Adri, Hevia la volvió a meter al área y Ribas la mandó a la red. Era el minuto 54 y el partido volvía a comenzar.
Diecisiete minutos después, llegó una genialidad. Chus Hevia levantó a los aficionados de sus asientos con un gol de bandera. Le copió la idea a Luque, que intentó previamente una vaselina sin premio. Adri solía regalar unos metros adelantándose demasiado del marco. El asturiano lo vio, calculó la distancia, y colocó el balón en las mallas dibujando una parábola perfecta. No fue un disparo duro, fue un toque sutil como de tercipelo al que nadie, nunca hubiera llegado.
Y TOCÓ SUFRIR
Casi de manera instantánea, el Cartagena tras el 2-1 se echó de manera inconsciente atrás. Había que defender con uñas y dientes la ventaja. Las cosas se torcían, ya que los cambios fueron obligados por molestias de Sergio, Hevia y Gato. El equipo se recompuso sabiendo que la única salida era despejar balones como si no hubiera un mañana. El Palo lo intentó, y metió a los locales en su área, pero los albinegros supieron manejar ese otro fútbol que tanto jode – permítanme la expresión – cuando es en contra pero que tanto se elogia cuando es a favor.
Ese otro fútbol supuso alargar la agonía. De cuatro minutos de añadido se llegaron a siete y medio, ya que el árbitro tomaba nota de cualquier pérdida de tiempo. Esos últimos minutos afearon en conjunto el final del encuentro, ya que se calentó demasiado el ambiente. Sin embargo, no hubo que lamentar tanganas de última hora ni posibles sanciones que dejaran mermados a los albinegros de cara al próximo choque. Todo fue felicidad cuando el árbitro señaló el final. Ni ganar la Champions deja mejor sabor.
