lunes. 29.04.2024
Tentegorra es uno de los pocos parajes naturales de Cartagena que se mantiene casi 'virgen'. Los cartageneros lo consideran 'el pulmón' de una ciudad donde parques, jardines y zonas verdes brillan por su ausencia. Por eso Tentegorra es especial. Y hacia allí se dirigen cada mañana, después de unos buenos estiramientos, los veinte futbolistas que por ahora forman la plantilla cartagenerista. El cuerpo técnico también da ejemplo activo. Por eso puede que Paco Imbernón, el preparador físico, de ejemplo y se ponga al frente camino del hiper Eroski, primer objetivo a ver como llega el personal.

Hasta ahí todo bien. Incluido Juan Ignacio Martìnez que marcha como si nada. Pero el primer problema no tardará en llegar con una rampa inicial junto al que será Palacio de los Deportes. La principal rotonda, puerta de acceso al parque de la Mancomunidad, está a sólo unos metros y será ahí donde empezaremos a ver los primeros gestos de dolor o sorpresa, llámase como se quiera. La empinada cuesta de poco más de 500 metros no es para menos.

Es curioso. Los futbolistas del Cartagena corriendo por la vía pública no despiertan la misma pasión que en el Estadio. Se cruzan con muchos, con muchísimos otros deportistas anónimos más preocupados de mantener el paso ligero, de su colesterol o de su tensón que de fijarse en un grupo de jovenes chavales que muy bien pueden confundirse con aquellos otros de militares destinados en el Regimiento Antiaéreo de Artillería que cada día, haga frio o calor, inundan los paseos y caminos de la zona.

Lo peor está por llegar. Tras el falso llano que aparece entre el Club Naval de Oficiales y la entrada, ahora inhabilitada, al Tercio de Levante, se avista la recta final, la gran cuesta. El pelotón ya lo sabe, sobre todo los veteranos. Pero algunos de los nuevos fichajes sudan a base de bien la gota gorda. El grupo va junto, incluso Juan Ignacio sigue la estela, pero conforme se consumen metros y metros el sacrificio se multiplica aunque algunos ilustres, como Víctor Fernández, casi ni se enteran.

A unos 200 metros del final el grupo ya se rompe. Por delante y por detrás, especialmente cuando vemos a Juan Ignacio allá a lo lejos, ni manera de subir la prolongada cuesta aunque él aguanta estóico. José Teso, uno de los fieles utilleros, no descuida a nadie y, con la furgonefa del club y un buen par de neveras con agua fria, sigue de cerca en plan coche-escoba por si acaso.

Se llega al final. Juan Ignacio tiene que reponer fuerzas dentro del Parque de la Mancomunidad. El esfuerzo no es pequeño y se cargan las pilas, eso lo podemos asegurar. Son cinco kilómetros desde el Cartagonova hasta la puerta principal, que los jugadores lo acusan como no podía ser de otra manera. Una vez arriba ya tienen sus telillas azules preparadas con mimo y esmero por Julián y José Teso. Los futbolistas lo agradecen después de consumir litros y más litros de agua.

La bajada ya es otra cosa. Hoy, más. Todo sea por una buena temporada.

Veinte minutos de sufrimiento hasta Tentegorra
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