miércoles. 15.05.2024
Un partido grande se decide en pequeños detalles que tienen enormes consecuencias. El perenne runrún arbitral se ha instalado definitivamente en las mentes de los abonados al Cartagena. La segunda parte del equipo albinegro dejó un tanto alicaída a la afición que se marchaba diciendo que “este empate no es nada bueno”.

Aunque no haya habido lleno, el ambiente en el estadio seguía siendo espectacular. El hecho de ver asientos vacíos me deja la sensación de que hay gente que todavía no es consciente de la posición del equipo, de la posibilidad que tiene al alcance de la mano, de dónde viene y hacia dónde se dirige. Pero una vez dentro quedaba patente que, los que estaban, sí que sabían de la importancia del partido. La visita del líder de la categoría siempre es una buena piedra de toque para saber el estado de un equipo y, por ende, de su afición.

El primer detalle que salta a la vista es la especial sensibilidad con el asunto arbitral. La primera amarilla a Mariano ya empezó a suscitar protestas y sospechas. Tomando un poco de perspectiva, creo que no conviene adoptar una posición victimista, puesto que hoy la expulsión ha cogido rumbo a San Sebastián. Si que es cierto que en los últimos partido el Cartagena ha salido más perjudicado que beneficiado, pero en una competición tan larga, normalmente acabas donde mereces. La afición lo sabe, y por eso aprieta aún yendo detrás en el marcador.

El segundo detalle tiene que ver con esto último, y es el de la familiaridad con la adversidad. Tras encajar el primer tanto en contra, la grada ya responde con filosofía: nada de caras largas y a seguir animando. Porque lo normal es que el equipo tenga que remontar en casa, se asume con la trivialidad de lo cotidiano. Es como ver de nuevo una película que ya has visto: conoces la historia, pero siempre hay nuevos matices. Afortunadamente, el empate no se hizo mucho de rogar y no dio tiempo a que el nerviosismo atenzara las gargantas.

El tercer detalle es la impotencia de la segunda parte. A pesar de tener superioridad numérica y el balón controlado, no se supo como meter mano a la defensa txuri urdin. Los gritos de “¡abre!” o “¡a la banda!” empezaban a poblar los asientos del Cartagonova. Al final, sensaciones agridulces. Por una parte, optimismo por no perder contra el líder. Por otra parte, pesimismo por haber dejado escapar vivo a un equipo con uno menos.

Lo importante es no perder la fe en el equipo. Aún queda un mundo, ocho partidos más, y los de casa van a ser claves en la hazaña del ascenso. Si se acaba consiguiendo, tan protagonistas serán Mariano Sánchez, Toché o Víctor como todas y cada una de las anónimas personas que pueblan día tras día las gradas del Cartagonova, que mantienen al equipo ahí a través de la fuerza de sus gargantas.

Los pequeños grandes detalles desde la grada con ambiente de Primera
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