20 de enero de 2013, 18:08
Nadie sabrá nunca lo que habría ocurrido con los once futbolistas del Écija sobre el terreno de juego o, al menos, que Segovia no hubiese visto de la forma tan rigurosa que la vio aquella segunda tarjeta amarilla que le supuso la expulsión cuando solamente habían transcurrido ¡cuatro minutos¡ de partido.
Apenas un minuto antes el árbitro catalán acababa de mostrarle al mencionado Segovia una tarjeta amarilla que suponía lógicamente la primera de la tarde porque el jugador azulón le dio un golpe por detrás al blanquinegro Ramón Arcas. Una tarjeta que puede ser aceptada por ese golpe.
Lo que nadie podía imaginar es que, prácticamente en la jugada siguiente se produce un contragolpe visitante que acaba con Segovia en el suelo tras una entrada de Mariano, en su papel de central. Muchos aficionados, desde la grada, llegaron a temer por un posible penalti. Pero no. Nada más lejos de la realidad. El colegiado decidió amonestar al jugador del Écija que, precisamente, era el mismo que acababa de ser amonestado. Salas Montoro interpretó que había fingido en la caida tratando de engalar y no se lo pensó dos veces al mostrarle la cartulina amarilla que acabaría con el jugador en la calle.
Desde luego, tal y como fue la jugada, dio la impresión que el trencilla fue demasiado riguroso a la hora de expulsar al jugador por una interpretación suya. Quizás no fuese penalti. Quiza´s llevase razón. Pero con sólo cuatro minutos de juego parece un tanto excesivo expulsar al futbolista y desvirtuar el juego.
Esta vez el beneficiado fue el Cartagena pero mañana puede resultar al revés. Con sólo cuatro minutos acabó siendo una de las claves del encuentro ya que poco después, al cuarto de hora, llegaría el primer tanto cartagenerista que abría de par en par el camino a la victoria.
