Los comentarios en la grada eran elogiosos. En eso había unanimidad. El público se mostraba generoso, optimista y hasta entregado en esta primera cita en el Cartagonova, el segundo lunes de julio con una humedad que acojonaba a Gorka Kijera, de paisano tras el acto público. ¿”Siempre hace aquí este calor”? Ya vendrán tiempos más frescos. La humedad de esta jornada es que tiene protagonismo casi máximo y aumenta el efecto del calor. El vasco, ex del Éibar, regresaba a su piso recién alquilado, en el centro del casco viejo, tirando para la calle Mayor.
“Esta temporada el mejor fichaje va a ser el nuevo Tati Maldonado”, comentaba un aficionado de unos 50 años en la tribuna baja, rodeado de chiquillos con la camiseta albinegra.
Con un grito fuerte, un aficionado de solera saludaba a Quirantes, a seis metros.
“Todo bien, Ángel, pero falta el pescado para acabar el guiso”, refiriéndose al fichaje del delantero 9, pendiente aún. Quirantes asentía con la cabeza. Y Manolo Grau sonreía.
Algunos, espectadores de pro con la camiseta albinegra sacada del armario, preguntaban si hay posibilidad de repescar a Toché. Quirantes, además del propio santomerano, no están por la labor.
La ausencia del central Josemi no pasó inadvertida para muchos. “Todo lo tiene resuelto, firmó ya el contrato pero ha tenido que ir a Grecia, urgente, por temas de papeles”. Palabras de Quirantes.
Los aplausos echaban humo por parte de los forofos de buena fe cuando antes de las 8 y media de la tarde los futbolistas, fundidos en sudor, se retiraban a vestuarios. Mañana a las ocho mañaneras les esperan, en ayunas, las extracciones de sangre y otras pruebas, y después a por el segundo entrenamiento, también en el estadio.
Cientos de aficionados ocupaban los primeros asientos de la tribuna baja con vítores a todos. Los más aplaudidos, Mariano, el capi, que ha descansado estas vacaciones diseñando su propia casa; Abraham Paz, por aquello de ser el último en llegar y preferir ser albinegro antes que grana; Goiría también fue arengado y correspondió el vasco con saludos a la grada, que le da crédito para lo que se avecina; Chus Herrero, ídem, y el entrenador PL, cuando iba a tomar la escalinata de bajada a la caseta.
El padre del meta Raúl estaba por allí, claro, y se mostraba ilusionado. La convocatoria del muchacho satisfizo a todos, como consecuencia de la marcha de Molina al Madrid.
Y Perico Arango, que no había parado de trabajar desde las 8 de la mañana (doce horas seguidas), se prestaba a hacer de taxista para llevar a algún sitio al brasileño Cléber Monteiro, despistado con el idioma.
