2 de mayo de 2010, 2:00
Todo comenzó a eso de las 7:15 horas en la puerta del Cartagonova, después de nuestros correspondientes asiáticos, y dispuestos a afrontar éste reto. Dentro del autobús se nos permite comer y beber con el cuidado necesario, y así lo hacemos.
Una vez animados empezamos con los cánticos previos, y después con los cantos por bulerías, soleares, y cualquier cante que se le parezca, nos merecíamos una lámpara minera. Así kilómetro a kilómetro, y a toque de tambor a eso de la 17:00 h llegamos a nuestro destino al mismo tiempo que el autobús del equipo, que alegría nos íbamos a dar, pero no pudo ser las entradas para el partido nos las debían de dar dentro del mismo autobús y nos perdimos, el recibirles con nuestro ánimo.
Pero no desfallecimos, porque los cuerpos iban calentitos por dentro y por fuera, así que banderas en mano, a esperar dentro del recinto, hasta que salieron al césped, allí estábamos nosotros y otros cien aficionados que se desplazaron en vehículos particulares, para que vieran de lo que se es capaz de hacer por algo que llevamos en la sangre, el sentimiento que no sabríamos explicarlo.
Todo fueron durante el partido cantos y palabras de ánimo, y ellos supieron agradecerlo con esos dos golazos que inundaron nuestros corazones de alegría, como tantas otras veces nos han hecho disfrutar.
Nuestras gargantas se fueron apagando por la afonía, pero a golpe de tambor se nos hacía notar. Fin del partido y el reconocimiento a nuestro esfuerzo lo vimos reflejado en esas palabras del gran capitán Mariano dándonos las gracias por el desplazamiento, que fueron literalmente dichas por cada uno de los jugadores de la plantilla y equipo técnico. El hecho mas significativo y que emocionó a un seguidor fue cuando Tato le entregó su camiseta, éste se la colocó y lo hemos despedido esta mañana con ella puesta, Gracias Tato.
A la vuelta el autobús recibió una pedrada en una luna, la cual rompió, menos mal que llevan doble cristal estos autobuses. No entendíamos el hecho porque no hubo ningún altercado con la afición del Huesca.
Todos, después de felicitar a los jugadores al coger su autobús, embarcamos en el nuestro y con alguna menos gana después del esfuerzo, se podían oír algunos gritos de ánimo, de vuelta a casa.
En la parada que hicimos para cenar coincidimos con el autobús de nuestros jugadores, en Monreal del Campo, ellos pudieron ver el segundo tiempo del Villareal-Barcelona, y nosotros a su alrededor. Fue la guinda que nos endulzó el regreso ya cansados hasta las 5 de la mañana que hemos llegado. Nos vemos en la siguiente. ¡Aúpa Efesé!
Una vez animados empezamos con los cánticos previos, y después con los cantos por bulerías, soleares, y cualquier cante que se le parezca, nos merecíamos una lámpara minera. Así kilómetro a kilómetro, y a toque de tambor a eso de la 17:00 h llegamos a nuestro destino al mismo tiempo que el autobús del equipo, que alegría nos íbamos a dar, pero no pudo ser las entradas para el partido nos las debían de dar dentro del mismo autobús y nos perdimos, el recibirles con nuestro ánimo.
Pero no desfallecimos, porque los cuerpos iban calentitos por dentro y por fuera, así que banderas en mano, a esperar dentro del recinto, hasta que salieron al césped, allí estábamos nosotros y otros cien aficionados que se desplazaron en vehículos particulares, para que vieran de lo que se es capaz de hacer por algo que llevamos en la sangre, el sentimiento que no sabríamos explicarlo.
Todo fueron durante el partido cantos y palabras de ánimo, y ellos supieron agradecerlo con esos dos golazos que inundaron nuestros corazones de alegría, como tantas otras veces nos han hecho disfrutar.
Nuestras gargantas se fueron apagando por la afonía, pero a golpe de tambor se nos hacía notar. Fin del partido y el reconocimiento a nuestro esfuerzo lo vimos reflejado en esas palabras del gran capitán Mariano dándonos las gracias por el desplazamiento, que fueron literalmente dichas por cada uno de los jugadores de la plantilla y equipo técnico. El hecho mas significativo y que emocionó a un seguidor fue cuando Tato le entregó su camiseta, éste se la colocó y lo hemos despedido esta mañana con ella puesta, Gracias Tato.
A la vuelta el autobús recibió una pedrada en una luna, la cual rompió, menos mal que llevan doble cristal estos autobuses. No entendíamos el hecho porque no hubo ningún altercado con la afición del Huesca.
Todos, después de felicitar a los jugadores al coger su autobús, embarcamos en el nuestro y con alguna menos gana después del esfuerzo, se podían oír algunos gritos de ánimo, de vuelta a casa.
En la parada que hicimos para cenar coincidimos con el autobús de nuestros jugadores, en Monreal del Campo, ellos pudieron ver el segundo tiempo del Villareal-Barcelona, y nosotros a su alrededor. Fue la guinda que nos endulzó el regreso ya cansados hasta las 5 de la mañana que hemos llegado. Nos vemos en la siguiente. ¡Aúpa Efesé!
