martes. 07.05.2024
CONTRACRÓNICA

Ganamos dos derbis por el precio de uno: en el campo, por la mínima y en la grada, por goleada

El ambiente que se vivía en los alrededores del estadio durante los prolegómenos del partido trascendía más allá de lo meramente deportivo. Espero que no se confundan mis palabras ni se me tergiversen. Pero el sentimiento que se despertaba allí era de cartagenerismo en todas sus vertientes, no sólo la...
El ambiente que se vivía en los alrededores del estadio durante los prolegómenos del partido trascendía más allá de lo meramente deportivo. Espero que no se confundan mis palabras ni se me tergiversen. Pero el sentimiento que se despertaba allí era de cartagenerismo en todas sus vertientes, no sólo la meramente futbolística. La perenne polémica sobre la biprovincialidad estaba más presente que nunca a través de los conocidos banderines de “Cartagena Provincia” y de diversas pancartas. “Queremos dos provincias”, “ahora CT provincia”, o “nunca seré murciano” eran el texto predominante en la grada.

Antes del encuentro se respiraba, por lo general, un ambiente festivo y normal. Incluso había aficionados murcianistas y albinegros mezclándose entre risas. Todo empezó a cambiar cuando asomaron los autobuses con aficionados granas traídos desde el otro lado del puerto. Una vez se bajaron, se formaron dos bandos bien definidos. A un lado, un cúmulo de color rojo, con bufandas y banderas al aire. Al otro, la marea albinegra que crecía en número exponencialmente. En medio, el dispositivo policial que permitió que todo evolucionara con normalidad. Es lo más parecido que, afortunadamente, he visto a una batalla. Dos ejércitos, cada uno en su trinchera, lanzando cánticos al aire intentando herir al contrario. Hasta incluso todo parecía orquestado por alguien, pues cuando se callaban unos, cantaban otros y viceversa. Por suerte, todos consiguieron entrar al estadio sin ningún problema. Ambiente caliente, pero sin quemar.

Cuando comenzó el partido, la marea albinegra, alentada por los goles locales, consiguió ahogar los gritos de la afición murcianista, concentrada en el fondo norte bajo. El público del Cartagonova ya se está haciendo un nombre en el fútbol español por su fogosidad, pues hoy se vivió eso elevado a la enésima potencia. Aunque el resultado en lo deportivo refleje una mínima diferencia, el partido que se disputó en la grada fue bastante más desigual.

No obstante, toda esta atmósfera me deja varias reflexiones: ¿qué tendrá el fútbol, que consigue ser permeable a sentimientos ajenos a él y hacerlos suyos? ¿Hasta qué punto es bueno mezclar otras cuestiones con lo meramente deportivo? Lo que tengo claro es que, mientras el fútbol siga teniendo el calado social que actualmente tiene, esto último será inevitable.

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