MANUEL ÁNGEL. Cartagena
La cabeza de Julio César Ribas es un galimatías en estos momentos. Lógico. Lo que este lunes adelantaba en primicia SPORTCARTAGENA –el interés de Peñarol por contratarle como director deportivo- y que se ha sabido y se ha conocido gracias a que este periódico transmitía lo que se acababa de publica en Uruguay casi al instante, no deja de ser el último capítulo importante que puede hacer variar mucho la situación en el club blanquinegro. Ribas, ahora, se lo piensa. Al día de hoy su continuidad en el club albinegro no está nada clara. Este diario ya apunta que hay posibilidades de que regrese a Uruguay. Pero también puede seguir.
Su espíritu de ‘gladiador’, como se le conoce en Uruguay, le dice que se quede, que siga luchando por este proyecto del Cartagena en el que sigue siendo la piedra angular. Pero el sentido común le dice que es hora de regresar. De no dejar pasar el tren con una oportunidad tan magnífica como sería la de ejercer como director deportivo en uno de los clubes más laureados de América. Es como para pensárselo dos veces. Cualquiera lo haría.
Ribas lleva fuera de Uruguay desde que en 2010 hiciera la maleta para adentrarse en Europa por la puerta de Venecia. En América ya lo había hecho todo con Peñarol y quería nuevas metas. La aventura de Venecia no fue la mejor así que, de nuevo, tocó hacer las maletas para marcharse en busca de exotismo. Nada menos que como seleccionador de un país que lo tiene todo por hacer en el fútbol como es y sigue siendo Omán. Pero los petrodólares están para estas ocasiones. Para animar ante casos de dudas. Y hasta allá se marchó Ribas dejando a su hijo Sebastián, el mismo que hoy está en el Cartagena, en el Milan primero y en el Génova después.
Fue este verano cuando se le presentaba un nuevo reto, este del Cartagena. Le dijeron que era para entrenar, para calzarse las botas. Para estar en el banquillo. Lo que él siempre había hecho. Y fue lo que Ribas estuvo haciendo con ilusión hasta que la historia de Zidane y el desconocido CENAFE –Centro Nacional de Fomación de Entrenadores- se cruzaron en su camino. Amenaza de sanción. Tocaba apartarse del banquillo. Apartarse de todo. Luego se entera de que daba lo mismo casi porque no puede entrenar y se ve obligado a regresar a su país, dónde estuvo seis largas semanas buceando en los entresijos de la legislación para regresar de nuevo a España, pero en condiciones de poder ser contratado legalmente, algo que hasta entonces no había sido posible.
Su presidente, Juan Pedro Damiani, así lo ha expresado en las úlimas horas en la capital uruguaya a través del programa deportivo ‘Punto Penal’ y el digital ‘El Espectador.com’. Que quiere a Ribas. No cesa de repetirlo a los más allegados mientras en Sofinvest, empresa a la que pertenece el uruguayo, dicen que todo depende de lo que ocurra en el Cartagena en los próximos días. Están pendiente de hablar con los de Sporto porque Ribas no para de darle vueltas al asunto. Aquí no puede entrenar. No le salen las cosas. Ni a él ni a su hijo. Y en su casa lo están llamando. Esa es la disyuntiva con la que pelea Ribas, un ‘gladiador’ que puede rendirse a la llamada de Peñarol.
Además, Palomeque está al frente, lo hará en cuestión de días, a partir de este lunes 29 y ese flanco va a quedar cubierto a la espera de poder salvar una temporada aciaga como pocas. Todo dependerá de lo qué se hable entre Sporto y Sofinvest, la empresa que más dinero ha puesto hasta la fecha y que no ha recibido nada de lo que tenía hablado con las personas que dirigen al Cartagena.
