martes. 14.05.2024
El padre de Jordi Pablo no quiere ni acordarse de aquella tarde, la del sábado 21 de agosto cuando su hijo, con apenas 20 años, era cazado literalmente por el pie de un tal Ramón Verdú. Aún no era las ocho menos cuarto de la tarde y a más de uno se le encogió el corazón. Sabían, sabíamos, que la lesión era grave. Del césped a dos hospitales, rimero en el Rafael Méndez de Lorca y más tarde en el Virgen de la Vega. Luego el quirófano, las muletas, el vuelta a empezar. Días malos que ya son historia. Desde este miércoles Jordi Pablo vuelve a ver la luz.

Jordi Pablo, apenas llegar a La Manga junto a su padre le han puesto una silla a instancias de Juan Ignacio. Enseguida fueron acercándose todos, primero Fran Angosto, liego Ibarra, Ander Lafuente -a su lado sufriendo los rigores de una sobrecarga- Mariano, Perico Arango, Riau -salió corriendo a saludarle nada más verle- y así, uno a uno, fueron acercñandose todos, Rebollo, Txiki, Víctor, Cygan…broma va, broma viene mientras Jordi Pablo rie y su padre no perdía detalle apoyado en la furgoneta que contiene los trastos de equipaje del entreno, a sólo unos metros dialogando con quien se le acercaba en esos momentos a darle ánimos.

Hablamos con Jordi. No nos conoce. No le dieron tiempo a que conociera prácticamente a nadie. Pero aún así sonríe. No pasa nada, dice, todo está olvidado. Le decimos si piensa convertirse en el mejor fichaje de invierno del equipo y nos dice que sí. Por supuesto que sí.

El de Vinarós ha vuelto, viene para quedarse, para trabajar muy duro, para olvidar aquella dura, durísima entrada y centrarse en su reaparición, en el debut que le robaron en una tarde de agosto.

Llega el primer 'fichaje' invernal
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