martes. 07.05.2024
LA OPINIÓN DE DÍAZ-MANRESA

La mirada de Cristina Bustillo

A su lado, Cygan, aclamado antes del partido, en el partido y después del partido. Cygan que aparece ante los periodistas a petición de todos, lo nunca visto tras un entusiasmo cartagenero del que no hay muchas referencias anteriores.Y tenemos la mirada de Cristina, Cristalina Cristina, que no lo mira...
A su lado, Cygan, aclamado antes del partido, en el partido y después del partido. Cygan que aparece ante los periodistas a petición de todos, lo nunca visto tras un entusiasmo cartagenero del que no hay muchas referencias anteriores.

Y tenemos la mirada de Cristina, Cristalina Cristina, que no lo mira embobada sino serena, pensando si sueña lo que está viendo y lo que ha vivido. Mirada de emoción, de felicidad, de tranquilidad, mirada inolvidable que prende y serena, y que es el mejor resumen del milagro que estamos viviendo. Cartel de promoción de socios. La afición cartagenera en el rostro de Cristina mirando a su gran héroe, el que le ha dado personalidad y fuerza a un equipo revolucionario.

No sólo la mirada. Fijaros en el rostro de Cristina, que seguiría mirando así –supongo- a los demás del equipo tras el rayo que partió al Rayo. Y que miraría también así antes del día Cygan por excelencia. Pero ahí estuvo el fotógrafo, que lo bordó y nos trasladó al cielo futbolístico que estamos viviendo. Igual antes miró de esta inolvidable manera pero nadie lo supo captar.

Fijaros en el rostro, templo de la serenidad, que se apoya en su mano amiga, para poder –completamente distendida, ajena a todo lo demás- saborear el milagro. Rostro que habla entre la admiración por lo inesperado –nadie podía pensar algo parecido- y la incredulidad del que se tiene que restregar los ojos para creérselo. Rostro que es el símbolo cartagenero de esta temporada.

Hay dos imágenes que nos definen hasta el momento . la del padre Turpín, que pidió y previó que el FC iba a ser el equipo revelación, y la mirada y el rostro de Cristina, que puede ser el de la felicidad futbolística. No es el de una jefa de prensa sino el de la persona que está cerca de un tranquilísimo éxtasis.

La mirada de Cristina Bustillo, que es un homenaje al equipo y a la afición que aclamó al héroe, la voy a llevar durante toda la temporada en mi sensibilidad cartagenera y me va a hacer feliz a mí también.

Y el sufrimiento de socio ausente, que se está perdiendo todas estas emociones, será suplido por esa mirada y ese rostro.

Sufro por no estar allí. Sufro por no haber comido los dulces y embutidos de la Navidad de Cartagena, suplidos por otros excelentes y famosísimos andaluces, que no son lo mismo, qué van a ser. Sufro por no pasearme por sus calles y ver sus edificios, que en frase genial de mi hermano Julián, son los únicos del mundo que me acarician. Sufro por no estar en el Cartagonova, fuente de alegrías como nunca.

La mirada de Cristina será, es y ha sido un bálsamo. Fijaros en ella. Analizad su rostro. Disfrutad del momento. Acariciar el futuro. Saborear el presente.

Lo que no me imagino es cómo será esta mirada si damos el gran salto. Mejorarla lo tiene difícil.

La mirada de Cristina Bustillo
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