4 de agosto de 2009, 2:00
A pesar de las buenas intenciones del Cartagena, a través de su director general Paco López, las obras de remodelación no han empezado siquiera por lo que cabinas, sala de prensa, vestuarios, banquillos, aseos y otros detalles tendrán que esperar. O eso o se ponen a trabajar ya desde el ayuntamiento y nos sorprenden a todos
No parece que los cambios en el estadio Cartagonova vayan a estar listos para el primer partido de Liga en casa ante el Rayo Vallecano. Aquel refrán de que las cosas de palacio van despacio encaja perfectamente con el estadio municipal cartagenero donde el presupuesto aún no está librado, las gestiones se eternizan y las obras ni comienzan ni tienen visos de que vayan a empezar.
Hace un mes nos referíamos en este diario digital a la necesidades perentorias en el Cartagonova a la hora de trabajar. Cuando venga el Rayo Vallecano en el primer fin de semana de septiembre lo hará acompañado también de numerosos medios, tanto de Madrid como de alcance nacional. Veremos como trabajan y de qué manera, tanto que alguno se puede quedar fuera de las cabinas, simplemente porque no habrá sitio para tanto periodista, emisoras y televisiones que van a darse cita en nueve cabinas que ya están asignadas desde hace años a los medios locales y regionales, a los que habrá que añadir otros nuevos (como será nuestro caso) y los que se acrediten desde otros puntos.
Los banquillos siguen exactamente igual como estaban. Aunque se habló de una pequeña reestructuración para que no estorbasen a los espectadores de esa zona no se ha tocado un ladrillo; tampoco se ha hecho nada aún en la sala de prensa (ahora ocupada por las cajas de botellas de vino que regala Paco Gómez, el presidente, a cada abonado mayor de edad) o en el palco, una zona que va a quedarse pequeña muchas tardes.
Tambén hace falta una sala de prensa con mucha más capacidad que la actual, obsoleta donde las haya, con capacidad para apenas unas veinte o treinta personas, pero apretadas como las sardinas en lata. Hay que preparar un proyecto, hay que entregarlo a los técnicos municipales, que estos den el presupuesto, que los responsables municipales lo vean, que se apruebe y, sobre todo, que se haga. Y que se haga rápido y bien. Que no sea una nueva chapuza de las muchas que llevamos vistas en el recinto.
Para comprar un cristal o mover una piedra que tenga algo que ver con el ayuntamiento el club siempre tiene que hablar con el coordinador del estadio Cartagonova, Eduardo Martínez Caro, trabajador y eficiente a más no poder pero limitado en sus funciones. Por encima de él está el director del PMD, Eduardo Armada, al que le faltan manos para atender las llamadas y los problemas de a diario. Es el que se pelea con los técnicos municipales y se queja de muchas cosas, del dinero, de las prioridades y de todas las dificultades que tiene que sortear.
Pero es que, por encima de Armada, está el concejal titular del área de Deportes, Alonso Gómez López quien, a su vez también, sigue estando tan limitado como antes cuando de manejar presupuestos se trata. Y así, uno detrás de otro nos tropezamos con la pared. Y pasa lo que pasa, que las obras no han empezado y que ya veremos cuando empiezan.
Hasta el momento, el único cambio que se ve es en la zona de oficinas, que ha cambiado por completo. Ya no es una copia burda del casposo Torrente, el brazo tonto de la ley. Ahora parece otra cosa, casi la de un club de Segunda cuyo director general, Paco López, tiene asumida su lucha diaria y casi permanente contra estas circunstancias.
Con Armada, que sepamos, ya se ha reunido en un par de ocasiones pero hay mucho por hacer, cabinas, sala de prensa prácticamente nueva, banquillos…la pregunta del millón sería conocer si, para dentro de un mes, veremos un Cartagonova distinto o el mismo escenario de hace un par de meses.
De momento, las obras del Estadio van despacio, muy despacio. Tanto que casi no se mueve.
No parece que los cambios en el estadio Cartagonova vayan a estar listos para el primer partido de Liga en casa ante el Rayo Vallecano. Aquel refrán de que las cosas de palacio van despacio encaja perfectamente con el estadio municipal cartagenero donde el presupuesto aún no está librado, las gestiones se eternizan y las obras ni comienzan ni tienen visos de que vayan a empezar.
Hace un mes nos referíamos en este diario digital a la necesidades perentorias en el Cartagonova a la hora de trabajar. Cuando venga el Rayo Vallecano en el primer fin de semana de septiembre lo hará acompañado también de numerosos medios, tanto de Madrid como de alcance nacional. Veremos como trabajan y de qué manera, tanto que alguno se puede quedar fuera de las cabinas, simplemente porque no habrá sitio para tanto periodista, emisoras y televisiones que van a darse cita en nueve cabinas que ya están asignadas desde hace años a los medios locales y regionales, a los que habrá que añadir otros nuevos (como será nuestro caso) y los que se acrediten desde otros puntos.
Los banquillos siguen exactamente igual como estaban. Aunque se habló de una pequeña reestructuración para que no estorbasen a los espectadores de esa zona no se ha tocado un ladrillo; tampoco se ha hecho nada aún en la sala de prensa (ahora ocupada por las cajas de botellas de vino que regala Paco Gómez, el presidente, a cada abonado mayor de edad) o en el palco, una zona que va a quedarse pequeña muchas tardes.
Tambén hace falta una sala de prensa con mucha más capacidad que la actual, obsoleta donde las haya, con capacidad para apenas unas veinte o treinta personas, pero apretadas como las sardinas en lata. Hay que preparar un proyecto, hay que entregarlo a los técnicos municipales, que estos den el presupuesto, que los responsables municipales lo vean, que se apruebe y, sobre todo, que se haga. Y que se haga rápido y bien. Que no sea una nueva chapuza de las muchas que llevamos vistas en el recinto.
Para comprar un cristal o mover una piedra que tenga algo que ver con el ayuntamiento el club siempre tiene que hablar con el coordinador del estadio Cartagonova, Eduardo Martínez Caro, trabajador y eficiente a más no poder pero limitado en sus funciones. Por encima de él está el director del PMD, Eduardo Armada, al que le faltan manos para atender las llamadas y los problemas de a diario. Es el que se pelea con los técnicos municipales y se queja de muchas cosas, del dinero, de las prioridades y de todas las dificultades que tiene que sortear.
Pero es que, por encima de Armada, está el concejal titular del área de Deportes, Alonso Gómez López quien, a su vez también, sigue estando tan limitado como antes cuando de manejar presupuestos se trata. Y así, uno detrás de otro nos tropezamos con la pared. Y pasa lo que pasa, que las obras no han empezado y que ya veremos cuando empiezan.
Hasta el momento, el único cambio que se ve es en la zona de oficinas, que ha cambiado por completo. Ya no es una copia burda del casposo Torrente, el brazo tonto de la ley. Ahora parece otra cosa, casi la de un club de Segunda cuyo director general, Paco López, tiene asumida su lucha diaria y casi permanente contra estas circunstancias.
Con Armada, que sepamos, ya se ha reunido en un par de ocasiones pero hay mucho por hacer, cabinas, sala de prensa prácticamente nueva, banquillos…la pregunta del millón sería conocer si, para dentro de un mes, veremos un Cartagonova distinto o el mismo escenario de hace un par de meses.
De momento, las obras del Estadio van despacio, muy despacio. Tanto que casi no se mueve.
