viernes. 26.04.2024

La noche del  próximo 19 de octubre se servirá el plato fuerte del ‘25 aniversario del Campo de Golf Municipal ‘Alfonso Legaz’ de Torre Pacheco.’ La concesión de los llamados ‘Premios del 25 aniversario’ y el otorgamiento de tres distinciones de Oro del Club de Golf de Torre Pacheco.

Un emotivo acto en el que también se entregará, tras seis años de sequía en su concesión, la medalla de Oro al Mérito Deportivo de Golf de la Federación de Golf de la Región de Murcia. La última se le entregó en persona, en 2007, a Jack Nickaus. En 2013 el honor será para un hombre ligado plenamente al municipio y al campo de Torre Pacheco, Pedro Jiménez.

El acto tendrá lugar en el salón Azahar del Hotel Interncontinental Mar Menor y en él, tanto las instituciones presentes como los premiados y los ganadores de las distintas pruebas disputadas entorno al 25 aniversario, recibirán como recuerdo de tan insigne fecha, una pieza de Bellón Alfareros, creada a propósito para este acontecimiento y con una edición limitada.

EL PADRE DEL PREMIO-TROFEO
En el mundo de la alfarería a nadie se le escapa quien es Bartolomé Bellón. En realidad quiénes son ‘los Bellón’. Porque la dilatadísima trayectoria de esta saga de alfareros totaneros arranca en 1790, la primera fecha referenciada que consta en los archivos municipales, en la que esta familia pagaba impuestos por su actividad en el alfar. «Lo que no implica.., que no nos dedicáramos con anterioridad a este oficio», dice sonriendo el maestro artesano Bellón. Un hombre que tras 58 años de actividad sigue enamorado de su profesión.

Día tras día en su torno, “desde el que creo”. En el que se sentó con 7 años (“para ayudar a mi padre. Hacíamos 50 cántaros al día”); con 12, para hacer su primera colección en barro. Fueron unos peces. “Los decoré y los vendí”; con 19, su creación de un  botijo de tronco, le distinguirá con el Premio al Mejor Diseño en Murcia. Experimentó. Y las formas que tomaban su obras le hicieron visitar, estimulado por el director del centro, José Antonio Melgar, el Museo Arqueológico de la ciudad.

Allí se gastaría 5.000 pesetas, que llevaba en el bolsillo para otros menesteres, en adquirir un grueso libro dedicado con detalle a todo tipo de piezas de la cerámica íbera, que tantas similitudes encontraba con lo que moldeaban sus manos. El estudio de aquel libro “cambió mi historia, cambió mi vida”, dice con toda rotundidad Bellón.

A partir de aquel momento el taller Bellón Alfareros se especializaría en reproducciones de civilizaciones pasadas. Con gran atención a la cultura íbera. De su alfar de Totana han salido piezas para el Centro de Interpretación de Valdepeñas, para el parque Terra Mítica de Benidorm o para la exposición itinerante -incluso por Europa-, de “La cultura íbera a través de la fotografía de principios de siglo”, de la Universidad Autónoma de Madrid. También son suyas las reproducciones de objetos de la serie de Televisión Española, “Memoria de España”, entre otros tantos trabajos.

Aquel libro ha envejecido junto al maestro Bellón, en una de las estanterías de la oficina levantada sobre el taller, que vivió mejores tiempos –hasta tres tornos y 13 personas trabajando en ellos constantemente- y que hoy sobrevive porque la mayoría de “nuestra obra viaja a Polonia, Ucrania y Rusia”, donde hay mercado para ella. Abierto a las nuevas tecnologías (web propia, facebook, etc.), de las que se encarga su hijo José María,

Bellón Alfareros muestra sus últimas colecciones, mientras recibe encargos peculiares a pie de pella. Fue el caso del Club de Golf de Torre Pacheco. Que le pide una pieza que congenie con la conmemoración de los 25 años de existencia del campo y club. Algo propio y con sentido. 

Con esa premisa Bellón comienza a jugar con la idea del viento –un elemento que puede modificar por completo el devenir de la tarjeta de un jugador–, y lo hace rescatando del tradicional mecanismo de molienda (tan presente en los campos de Torre Pacheco), dos velas que incorporará al premio. Como base del mismo rememora la forma redondeada de una bola de golf, sobre la que sustentar un arco de ‘swing’. Tras una cocción a 1.100 grados, el barro se hace golf, uniendo tierra, agua y ‘viento’ para un deporte que convive con estos tres elementos durante su práctica. La sintonía entre arte y deporte es por tanto, se hace perfecta.

Los premios del XXV aniversario del campo de golf de Torre Pacheco toman forman
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