viernes. 26.04.2024
ESCRIBE: FULGENCIO MADRID

En mi hambre mando yo

Cuando algún pueblerino como yo, llama a las cosas por su nombre, todos nos echamos las manos a la cabeza, los amigos te aconsejan prudencia y de los enemigos ni os hablo.  Parece ser que la callada por respuesta, el silencio, el “sálvese quien pueda” el egoísmo o incluso las...
Cuando algún pueblerino como yo, llama a las cosas por su nombre, todos nos echamos las manos a la cabeza, los amigos te aconsejan prudencia y de los enemigos ni os hablo.  Parece ser que la callada por respuesta, el silencio, el “sálvese quien pueda” el egoísmo o incluso las amenazas veladas son los caminos elegidos por la gran mayoría en momentos en los que se deberían asumir responsabilidades o al menos reconocer errores.

 Porque errores se han cometido y muchos. Se han tomado malas decisiones y  se han dejado de tomar otras que se necesitaban. Es verdad que “algunos” han vivido por encima de sus posibilidades. Estos, no pagarán nunca la púa, ni reconocerán sus excesos, ni siquiera pedirán perdón. Ellos son poderosos, para pagar púas esta el pueblo.
 Pero que el pueblo acepte, consienta,  entienda y perdone todo esto, es lo que me desconcierta y no puedo entender. Defender inversiones como el Batel, el pabellón y otras que me callo para no soliviantar a nadie, eso no lo entenderé nunca.

 Nuestros políticos deben ser coherentes, si su modelo es liberal, lo suyo es que estos espacios los construya, page y gestionen fondos privados. Para estos temas, curiosamente son comunistas. Para el fútbol base, se elige un modelo mixto, unos campos los pagamos de nuestros impuestos y son para unos pocos y en otros campos se elige el modelo de concesión privado, con fondos privados y de los que mucha gente se queja.
 A ver, que yo me aclare, es mejor lo primero, o lo segundo? Veo comentarios a favor y en contra, pero ningún argumento. Hace tiempo me dijeron que Cartagena era una ciudad de “mantenidos”, grandes empresas, la Armada etc. Esto junto con los funcionarios convierten a Cartagena en una ciudad de acomodados, ciudadanos sin ideas, sin proyectos, sin iniciativas y dependientes de lo que denominaban “olla grande”. Cuando me dijeron esto, no me gusto nada.
 
Pensé en los héroes del pasado, en nuestra historia milenaria, en tantas y tantas personas que se dejaron la vida por unos ideales, gente honesta, sincera, valiente y generosa.

 Quien sabe. Quizás de aquello, no quede nada.

 Mensaje en una botella: Seguiré siendo honesto conmigo mismo, de mí hambre soy mi dueño, y seguiré trabajando por mejorar las cosas, siendo crítico y constructivo a la vez,  pero no siervo de nadie. Se puede, podemos.


En mi hambre mando yo
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