domingo. 19.05.2024
A los profesionales que la edad ha cubierto ya de escamas no les gusta enfrentarse a un filial. Primero, porque a los cachorros recién destetados les sobra la ilusión que los años atemperan y segundo porque la responsabilidad no es la misma. El maduro apuesta los garbanzos, el novel la lección de la jornada sobre cómo ganarlos. Pero si además los niños son sabihondos, juegan como los angelitos que cantaba Machín y se permiten chulearte, pues ahí me ven al Betis pasándolas canutas un lunes ante el minisubmarino amarillo.

Nunca tuvo el partido en su mano el cuadro de Víctor y sin embargo pudo ganarlo. Poco importa que lo mereciera o no, porque lo cierto es que las dos últimas ocasiones chachis para marcar fueron suyas, cuando el marcador ya estaba dos a dos. Un cabezazo de Sergio y una tijereta de Emana, que quiso siempre y no siempre pudo, le hicieron acariciar los tres puntos, pero hubo de conformarse, y hasta de alegrarse, a tenor de lo que fue el partido, con el solitario que le proporcionó el portero castellonense, que encajó un gol de vídeo de Segunda: balón manso en lanzamiento de falta de Caffa y el chico que lo deja pasar creyéndolo, digo yo, camino del banderín de córner cuando lo tenía en el poste. Ya tienen los suspicaces una razón para mover el bigote.

Lo mejor del partido fue pesadilla de diván para Damián. Se llama Jefferson Montero, tiene 20 años, es ecuatoriano y dentro de nada compartirá resúmenes con Messi. Apunten su nombre porque más que prometer, jura. Marcó los dos goles locales y firmó lo más interesante de la noche. Una alegría para la vista siempre que enfrente no esté tu equipo.

Gol de risa, punto serio
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