sábado. 15.06.2024
El periodista –ahora que la profesión está tan devaluada por culpa de la televisión y de los intereses políticos y económicos- es un señor que debe ensalzar lo bueno y criticar –o denunciar sobre todo lo oculto, lo malo, lo dañino- para que no se repita o se corrija. Tenemos que ser siempre oposición y siempre responsable. Es lo que he hecho toda mi vida y seguiré haciendo. No sé qué se habrán creído los nuevos lectores lo que debe ser un periodista.

A la alegría del sábado, se une el empate del Betis el lunes. También lo vivo en Sevilla. Cojo un taxi, en la Plaza Nueva, pregunto y me dicen el 2-2 y, sin darme cuenta de que el taxista podía bético (después comprobé que lo era), lanzo un ¡bieeeeeen! Discreto, me cuenta de que lo del millón más por Pereira no es verdad, sólo que habría que adelantar los plazos de pago si los blanquiverdes suben a Primera.

Esa Primera que nos tenemos que creer. Cartagena, a nivel nacional, ha aparecido por el fútbol. Somos una ciudad oculta u ocultada, una desconocida, no saben nada de nosotros, nos tienen por un pueblo y muchos de fuera no se explican cómo podemos estar tan arriba en la clasificación. Nos consideran intrusos o anecdóticos.

Estamos en el Domingo de Resurrección, fecha entre la victoria en Las Palmas y el empate del Betis en Villarreal. Este año me he visto obligado por adversidades familiares a pasar la Semana Santa en Sevilla. Voy al Lope de Vega, teatro en el que se celebra el 18º Pregón Taurino, que lee el catedrático francés de Filosofía Griega en la Sorbona, Francis Wolf. A la salida, vamos al sevillanísimo bar La Raza, un médico que me había invitado al acto, un cuñado mío y yo. No sé cómo pero sale a relucir Cartagena.

Y el médico sevillano, culto, prestigioso, amable, me pregunta:
  • ¿A vosotros os interesa subir?

Era una pregunta, pero en el fondo una afirmación: a vosotros no os puede interesar subir.

Me doy cuenta por dónde iba porque no es apasionado al fútbol y quizá ni seguidor de ninguno de los dos grandes equipos sevillanos. Le pregunto rápidamente: ¿cuántos habitantes crees que tiene Cartagena?

Pone cara de darme una respuesta amable como cuando le preguntas a alguien la edad que cree que tienes y pensando en 60 te dice 50 para halagarte. Duda, se toma su tiempo y da una cifra que parece el doble de lo que pensaba : pues…cien mil.

Cuando le digo que 220.000, se queda extrañadísimo y responde : pues entonces sí podéis subir, sí os interesa. No tenía ni idea que fuérais tantos.

Repito : ciudad oculta, ocultada, desconocida,. Así piensa el 90 por ciento de los que no nos han visitado o, por cualquier razón, no conocen la realidad. Nos catalogan como un pueblo de no más de 50.000 habitantes. Y esto es culpa de los políticos que nos tienen en el hoyo, del que anecdóticamente nos ha rescatado el fútbol. Y de la masa social cartagenera, que no aprieta a esa clase política repudiable.

Cada vez que digo en Sevilla que San Isidoro y San Leandro son de Cartagena ponen la misma cara que si afirmara que dentro de 10 minutos me iba a la Luna. Así estamos.

Por lo tanto, ganemos al Murcia, devolvamos después el golpe al Nastic y pasemos por encima de la Real Sociedad. Podemos, con alineaciones lógicas, sin sorpresitas en los partidos claves. Claro que podemos. Ya vieron en Las Palmas con tantas bajas cómo hay otros que dan la cara.

De política y fútbol, escribiré próximamente. Dejaré que pase el Murcia por el Cartagonova. Tranquilidad el domingo y pancartas con “Cartagena Provincia”.



Claro que podemos
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