14 de diciembre de 2014, 23:12
Las altas expectativas que levantó el choque entre el Hércules y el Espanyol B no se materializaron en la fría tarde del domingo alicantino. La lluvia impuso su ley y convirtió el Rico Pérez en un campo de minas que frenaban e impulsaban el balón de forma aleatoria. El panorama desangelado hizo reinar al caos, y ambos equipos no supieron cómo combatirlo.
El filial catalán tiró de calidad, y el equipo de Pacheta hizo lo propio con una dosis adicional de oficio y experiencia, que no fueron suficientes para dar la victoria al cuadro blanquiazul.
El fútbol barro se alió con el Hércules y causó estragos en la zaga perica, y también en la delantera. Los numerosos charcos tuvieron un papel fundamental en la primera parte para que las contras visitantes no fructificaran, y también para que la defensa catalana comenzara a dudar en exceso, pero el conjunto alicantino no supo aprovecharlo.
La electricidad de Sugi, la valentía de la sociedad formada por Granell y Peña y la calidad de Adri Cuevas comenzaron a acumular ocasiones, pero no fueron capaces de dejar K.O. al filial barcelonés, que esperaba agazapado su oportunidad a la contra. Esa ocasión no llegó, ya que Alex Muñoz, Atienza y Lázaro fueron la guardia pretoriana del Hércules y volvieron a demostrar por qué su equipo es el menos goleado.
El césped del Rico Pérez aguantó y parte de los charcos desaparecieron, pero el terreno de juego seguía estando demasiado mojado para que ambos equipos demostrasen su talento. La pesadez de la superficie apagó la gran insistencia herculana con el paso de los minutos.
Ni Portillo ni Miñano pudieron dar el golpe de timón necesario para que el Hércules diera el golpe sobre la mesa definitivo sobre la clasificación, que hubiera abierto una pequeña brecha en la tabla. El buen hacer del Espanyol B y la intensa lluvia fueron demasiados rivales para un meritorio Hércules que sigue gobernando el grupo 3 de la Segunda B.
