29 de septiembre de 2010, 2:00
El lunes llegó por la tarde a Los Rodeos. Ayer fue presentado por la mañana, en la sala de prensa del Heliodoro, y al mediodía ya estaba trabajando con sus futbolistas en Ofra. Fue una larga e intensa sesión de trabajo, pues entre charlas y ejercicios se prolongó durante algo más de dos horas, desde las once.
A Mandiá le agrada trabajar en grupo con sus ayudantes, muy participativos los tres, ya que están a su lado el segundo entrenador Antonio Puche y el preparador físico Quique Sanz. Todos dan indicaciones, cambian impresiones con los futbolistas, y se esmeran en corregir cualquier detalle que no se hiciera debidamente, fieles a su estilo de trabajo, como lo efectuaron los tres en su etapa con el Hércules en Segunda A, al que llevaron a la cuarta plaza final.
Hubo charla en grupo llevada por Mandiá sobre el mismo césped. Además los blanquiazules realizaron carrera continua en varias fases del trabajo, al combinarla con rondos y otros ejercicios con balón. El técnico gallego determinó además partidillos en espacio reducido, así como ensayos defensa-ataque y otros movimientos con balón con iniciación desde la retaguardia. Mandiá estaba muy encima, muy atento, en todas las acciones de sus nuevos pupilos, al igual que sucedía con su ayudante Antonio Puche. Procuró poner a cada futbolista en su posición natural. En el caso de Kome, combinó el lado izquierdo con misiones como enlace por el centro.
Sobre la una de la tarde comenzaron a retirarse los futbolistas a vestuarios. Julio Álvarez, que no había viajado a Andalucía al proseguir en rehabilitación, se retiró de los primeros. David Prieto trabajó durante muchos minutos al margen del grupo bajo las indicaciones del readaptador Adrián Gutiérrez. Su participación el domingo ante el Cartagena aún es una Mandiá está decidido a cambiarle la cara al equipo, revitalizarlo y dotarlo de fortaleza mental para poder afrontar con garantías la competición liguera. Quiere que sus futbolistas desarrollen sus cualidades y ofrezcan su mejor versión, alejarlos de la ansiedad, el nerviosismo y la precipitación; aunque está claro que el mejor bálsamo es una victoria, como en eso coincide Aragoneses. Aún no se ha pronunciado sobre si concentrará a los jugadores en un hotel en la víspera del partido en casa, como acostumbraba en su etapa en el Hércules. No quiere dejar ningún cabo suelto.
A Mandiá le agrada trabajar en grupo con sus ayudantes, muy participativos los tres, ya que están a su lado el segundo entrenador Antonio Puche y el preparador físico Quique Sanz. Todos dan indicaciones, cambian impresiones con los futbolistas, y se esmeran en corregir cualquier detalle que no se hiciera debidamente, fieles a su estilo de trabajo, como lo efectuaron los tres en su etapa con el Hércules en Segunda A, al que llevaron a la cuarta plaza final.
Hubo charla en grupo llevada por Mandiá sobre el mismo césped. Además los blanquiazules realizaron carrera continua en varias fases del trabajo, al combinarla con rondos y otros ejercicios con balón. El técnico gallego determinó además partidillos en espacio reducido, así como ensayos defensa-ataque y otros movimientos con balón con iniciación desde la retaguardia. Mandiá estaba muy encima, muy atento, en todas las acciones de sus nuevos pupilos, al igual que sucedía con su ayudante Antonio Puche. Procuró poner a cada futbolista en su posición natural. En el caso de Kome, combinó el lado izquierdo con misiones como enlace por el centro.
Sobre la una de la tarde comenzaron a retirarse los futbolistas a vestuarios. Julio Álvarez, que no había viajado a Andalucía al proseguir en rehabilitación, se retiró de los primeros. David Prieto trabajó durante muchos minutos al margen del grupo bajo las indicaciones del readaptador Adrián Gutiérrez. Su participación el domingo ante el Cartagena aún es una Mandiá está decidido a cambiarle la cara al equipo, revitalizarlo y dotarlo de fortaleza mental para poder afrontar con garantías la competición liguera. Quiere que sus futbolistas desarrollen sus cualidades y ofrezcan su mejor versión, alejarlos de la ansiedad, el nerviosismo y la precipitación; aunque está claro que el mejor bálsamo es una victoria, como en eso coincide Aragoneses. Aún no se ha pronunciado sobre si concentrará a los jugadores en un hotel en la víspera del partido en casa, como acostumbraba en su etapa en el Hércules. No quiere dejar ningún cabo suelto.
