Es uno de los principales problemas que vamos a tener, hijo del desastre de temporada que tenemos. Lo pensaba mientras el Efesé se colocaba por delante en el Carlos Tartiere este lunes. Con el gol de Calero (hijo) se avivó una pequeña llama de esperanza deportiva.
Todos los equipos que descienden, incluso los más descolgados, tienen siempre una pequeña racha de partidos con resultados positivos que hace creer a su afición. Con el penalti y el empate pensé que ni eso vamos a tener esta temporada, y que la espera hasta la consumación oficial del descenso se va a hacer muy larga.
Porque esa es otra, ¿hasta cuando esperar? Cuando llegó Calero (padre) se habló de tratar de llegar a enero con 25 puntos, y luego aprovechar el mercado invernal para reforzarte de cara a una segunda vuelta que tenía que ser de récord. Después se rebajó la expectativa hasta los 20 puntos. Lo último que he leído era ya que por lo menos 18. A este paso de puntuación no vamos a estar ni cerca de llegar, y ya sería encomendarse a los Cuatro Santos para que intercedan y obraran el milagro de hacer una segunda mitad de campeonato de campeón, valga la redundancia.
Siendo honesto, llegados a este punto, no sé muy bien qué prefiero. El cuerpo me pide que ojalá se encadenen un par de victorias con algún empate antes de llegar al ecuador de la competición para agarrarte a un clavo ardiendo, esperar acontecimientos, mejorar algo en el mercado invernal, y ver si el milagro es posible. Pero la cabeza me indica que, con lo que hay, ahora mismo parece imposible pensar en ello, confiar en sacar tres victorias en 6 partidos parece una utopía para un equipo que ha conseguido una en 15. Y gastar más, endeudarse más en enero en busca de una quimera tampoco parece muy aconsejable.
No sé qué pensar. Tan solo sé que, de una manera u otra, se nos va a hacer muy largo el año.