domingo. 28.04.2024

Empezamos a descender mientras Rubén Castro marcaba 39 goles

Antes de nada quiero empezar reconociendo que sí, que este equipo del Cartagena no ha llegado ni a vísperas de Todos los Santos con esperanzas de mantenerse. Puede sonar duro, pero para que ocurra el milagro de la permanencia el panorama debe cambiar de una manera casi sobrenatural. Se precisa prácticamente de intervención divina. Puede pasar, sí. Pero a día de la fecha lo más probables es que el Efesé acabe con sus huesos en Primera RFEF a finales de la presente temporada consumando el descenso tras cuatro temporadas en fútbol profesional.

Evidentemente son malos momentos deportivos. Los números hablan por si solos: 1 victoria en 13 jornadas, 6 puntos de 39 posibles, 21 goles en contra y solo 11 a favor… No quiero ahondar en la herida, que demasiado fresca está. Todo esto, pasado ya el tramo inicial de la competición (que siempre es de cortesía, como quien espera a su cita 10 minutos más allá de la hora prevista) está haciendo que el entorno del club despierte de su letargo y se pregunte cómo narices hemos llegado hasta aquí.

FKXpOvmXMAEncqZ
Rubén Castro en su segunda campaña de blanquinegro con 20 goles en su haber

Dicen que las victorias tienen muchos padres y las derrotas solo uno, y a veces ni eso. Pero, como muchos refranes, esto es totalmente mentira. Este fracaso deportivo en el que está sumido el Efesé tiene muchos padres. De ahora y de antes. Precisamente porque las cosas van mal se están quedando al descubierto ciertas vergüenzas que ya estaban ahí cuando la pelotita entraba, pero nadie las quería mirar. Ese ha sido el germen, la semilla de todo esto. De aquellos polvos, estos lodos. Y es que empezamos a descender mientras Rubén Castro estaba haciendo 39 goles con esta camiseta. O mientras Gallar daba 13 asistencias. O mientras Dauda regateaba a todo el mundo…
Uno de los principales males de este club ha radicado en la falta de espíritu crítico mientras las cosas iban bien. Porque durante las victorias es muy difícil fijarse en esos asuntos y denunciarlos. De todos los padres del fracaso, exculpo a los aficionados, que son los que se van a quedar cuando se vayan los actuales dirigentes (porque se irán, como todos los anteriores se han ido), y sufren cada día por la situación del equipo. Cuando las cosas van bien lo que quiere todo el mundo, desde el abonado número 1 al simpatizante más casual es disfrutar del equipo, y no calentarse la cabeza con historias. Pero desde gran parte de la prensa, que hemos estado entretenidos (me incluyo aunque mi rol desde hace unos años sea secundario) con el juguete hasta que se ha roto, pasando por una directiva que, desde fuera, parece haberse engrandecido tanto que ha terminado explotando, todo el mundo ha jugado su papel en el desastre.

Nada lo define mejor que otro refrán (que en este caso sí es verdad) y es “que por la boca muere el pez”. Ese ha sido seguramente el gran pecado de Breis y, sobre todo, de Paco Belmonte, capaces de organizar una rueda de prensa este verano por las tonterías que vierten cuatro tuiteros, pero incapaces de clarificar situaciones importantes del día a día del club. Como por ejemplo por qué la titularidad del club está a nombre de una empresa llamada Duino Inversiones, qué relación tiene Belmonte con la citada empresa, hasta qué punto la figura de Felipe Moreno – ahora máximo accionista del Murcia – ha sido clave estos años y qué relación tiene a su vez con Duino, de donde viene la deuda que se ha ido acumulando cuando todo el relato giraba en torno a que el club estaba saneado…

Todo eso para rematarlo con un verano difícil de calificar de la autoproclamada “mejor comisión técnica de la historia”: 32 días sin fichajes, salidas de referentes sin sustituto, esperar a última hora de mercado para traer jugadores fuera de ritmo, faltos de calidad o incapaces de ponerse a punto tres meses después… Eso sin ahondar en la situación del filial, colista de su grupo en Segunda RFEF con 2 puntos de 27, o en el Juvenil División de Honor, penúltimo igualmente de su grupo.

Por cerrar la reflexión, me queda claro que la actual situación deportiva se ha ido cocinando a fuego lento en los últimos años. Mientras todo iba bien y había vino y rosas para todo el mundo, se iban dando pequeños pasos hacia el precipicio. Esconder la suciedad bajo la alfombra de los buenos resultados ha acabado siendo la condena del club. Y es que si no la limpias a tiempo, acaba asomando por todos lados.

Empezamos a descender mientras Rubén Castro marcaba 39 goles
Comentarios