Cuarenta, después de vencer al Betis B, que no fueron ningunos pardillos, y 32 puntos en el pasado ejercicio. Una buena diferencia que permite no ocupar hoy la plaza de descenso que ya comenzaba a quemar en el campeonato del año anterior, iniciado con el intruso turista Julio César Ribas y acabado por el algareño Manuel Sánchez Palomeque con la salvación del equipo en aquella matinal en el Anexo del Estadio Gran Canarias.
Para bien de las respectivas coronarias de los aficionados este año en curso se va a sufrir poco en lo que resta de Liga, ocho partidos que tienen su aquel. Uno por uno todos ofrecen aliciente, pero que no nos vengan ahora los hados con el aliciente perverso de tener que luchar por la permanencia y con la soga, que tendría su morbo ¡Ni hablar!
Las miras del Cartagena son evidentes. No hay otros objetivos que llegar ya, cuanto antes, mejor que sea antes de recibir al Real Murcia el 1 de mayo, a los clásicos 45 puntos que marcan la raya de la salvación. Agregar a lo hecho una victoria y dos empates darían ya la solución anticipada y de paso catapultaría al equipo de Alberto Monteagudo a la lucha abierta y factible, sin vender humo, por entrar en la Copa del Rey, al amparo de los enfrentamientos directos que aún quedan con rivales que cuentan con la misma meta. En este caso hay que viajar a Marbella y a Lorca para jugar con La Hoya, dos adversarios que cayeron en la primera vuelta en el estadio Cartagonova.